La radio siempre será radio

La radio nació hace más de un siglo, cuando las primeras ondas viajaban por el aire como un milagro invisible. Aquella magia de escuchar voces y músicas en directo, en tiempo real, inauguró una forma de comunicación que cambió para siempre la manera en que entendemos el mundo.

Desde entonces, la radio no ha dejado de transformarse. Las ondas medias y cortas dieron paso a la FM, más tarde a la distribución por satélite, a los primeros intentos de digitalización con el DAB, luego a la expansión por internet, y hoy los podcasts ocupan un espacio fundamental en la vida de millones de personas. Los dispositivos cambian, las tecnologías avanzan, los hábitos de consumo evolucionan. Pero, al final, lo que hacemos sigue siendo lo mismo: radio.

Porque la radio es un género, un lenguaje, una manera única de contar y acompañar. Es intimidad y compañía, es información y entretenimiento, es cultura y memoria. Se escucha en transistores, en aplicaciones móviles, en plataformas de streaming o incluso a través de la televisión, pero lo esencial permanece.

Jorge Drexler lo expresa de forma brillante en Megafonía, cuando recuerda que las telecomunicaciones son un milagro cotidiano: esa posibilidad de que una voz viaje miles de kilómetros en apenas un instante, de que un mensaje cruce mares y montañas sin cables ni fronteras. Y en el fondo, la radio siempre ha hecho eso: tender un puente invisible entre quien habla y quien escucha.

«Perdonen que insista en elogiar las telecomunicaciones
Aunque todos creen que han inventado algo
Y siguen siendo las mismas las canciones

Benditos los rollos de papiro
Benditas servilletas de los bares
Que han guardado idénticos suspiros
Desde el cantar de los cantares
«

Hoy, cuando muchos discuten si un podcast es o no es radio, o si las emisoras tradicionales han quedado viejas frente al consumo bajo demanda, conviene recordar algo sencillo: se haga lo que se haga, siempre es radio.

La radio de ayer, la de hoy y la que vendrá seguirá latiendo con la misma fuerza. No importa si llega en un transistor, en el coche, en un altavoz inteligente o en los auriculares conectados al móvil. Mientras haya alguien dispuesto a hablar y alguien con ganas de escuchar, seguirá existiendo la radio.